Pages

Wednesday 28 April 2010

¿Qué haremos hoy?

Bélgica no sólo me dejó vínculos profundos y recuerdos hermosos sino un cuento en inglés de 7 hojas que se escribió a si mismo un día después de llegar. Los personajes fueron apareciendo uno por uno y con ellos sus historias y con sus historias sus secretos, sus sueños, sus esperanzas y su respuesta a mi pregunta: Qué harían si les quedaran 24 horas de vida?.

Tengo más de 100 archivos de audio con las respuestas que me dieron transeúntes, anfitriones, polacos, españoles, belgas, ciclistas, católicos, ingenieros, turistas, abuelos y todo el que se nos cruzó en el camino con cara de no-me-asusta-la-gente-que-se-me-acerca-a-preguntarme-algo. De sus palabras aprendí mucho; también de su silencio, del tiempo que se tomaban para imaginarse que sería de sus vidas si les quedaran 24 horas, de sus caras de alegría o tristeza, de su risa nerviosa o de sus lágrimas, de sus “cuando yo era joven creía que muchas cosas eran posibles” o sus “me pondría en contacto con algunas personas a las que no les he dicho lo que siento”; incluso de la joven que salió corriendo y se metió en un restaurante por si la íbamos a seguir para hacerle algo. Sin embargo creo que todos me sorprendieron al ser tan abiertos, tan sinceros y tan receptivos con una desconocida.


Todos necesitamos quien nos escuche, todos buscamos lazos profundos, todos queremos acercarnos un poquito más pero nos guardamos las ganas de saludar, de sonreír, de ser amables con un desconocido. “Deja que otros digan ‘no’ porque lo mejor que puede pasar es que digan que ‘si’” leí por ahí.

Bélgica me recordó que lo natural es hablarnos, es confiar, es creer en las buenas intenciones del otro, es escuchar más esa voz interior que habla desde el corazón. Y en esto creen casi 2 millones de personas regadas por el mundo que abren las puertas de sus hogares para hospedar viajeros (o “couchsurfers” como solemos llamarnos gracias al portal couchsurfing.com). CouchSurfing es una red internacional sin ánimo de lucro que conecta viajeros con personas de 230 países y territorios. Desde el 2004 sus miembros utilizan esta plataforma para crear intercambios culturales, amistades y experiencias de aprendizaje. Junto con Sonia nos hemos quedado en más de 20 casas de personas que se atrevieron a decir “si”, que confiaron en nosotras y nos abrieron las puertas no sólo de sus hogares sino algunas veces hasta de sus vidas.

Al igual que redes internacionales para alojamiento existen coros virtuales, una orquesta sinfónica colaborativa, economías de intercambio de servicios, grupos para viajar acompañados; incluso el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático ha producido reportes con la participación de más de 2500 expertos.

Internet se ha convertido en una herramienta para darnos cuenta de la cantidad de iniciativas y proyectos que se están llevando a cabo alrededor del mundo y así poder participar de alguna manera. Cuando BP (British Petroleum) está considerando en invertir en Alberta Tar Sands en Canadá y contribuir a uno de los peores desastres ambientales, activistas en todo el mundo están protestando en frente de embajadas canadienses y bloqueando oficinas de BP; cuando en Suiza Nestlé se está reuniendo para informar a sus inversionistas sobre las ganancias del año, hombres y mujeres se descuelgan del techo del recinto con pancartas sobre el impacto de la extracción del aceite de palma, ingrediente activo de los productos de Nestlé. También hay campañas para concientizar a la población sobre el impacto que tienen empresas como CocaCola en Colombia. En Europa este producto tiene muy mala reputación y está asociado con extorsión, asesinatos, secuestros y torturas y por tal, un gran segmento de gente he optado por no apoyar su distribución y consumo. Cuando en Honduras una empresa fue cerrada porque sus 1200 trabajadores intentaron organizarse para pedir un trato y salario justo, sindicatos de estudiantes estadounidenses persuadieron a las compañías de su país a suspender relaciones hasta que los trabajadores fueran indemnizados y contratados nuevamente en condiciones justas. La presión la ejercieron en miles de ciudades bloqueando almacenes, interrumpiendo reuniones, educando al público, usando su poder como consumidores, el poder que tenemos todos pero del cual poco somos conscientes.

Cada compra apoya una causa, cada una de nuestras decisiones genera un impacto. El conocido refrán “lo barato sale caro” lo comprueban las millones
de personas al otro lado del mundo que están trabajando en condiciones infrahumanas para producir lo que nosotros vamos a considerar barato. Hay cada vez un mayor número de personas que no sólo entiende esa conexión sino que la siente. Los bananos colombianos o los mangos hindúes pierden su sabor cuando están manchados de injusticia; el chocolate de Ghana o el algodón de Uzbekistán dejan de ser un placer cuando hay esclavitud infantil de por medio; la carne de Brasil o de China empieza a sabe amarga cuando viene de animales que no han visto la luz del sol.

Muchos hemos sido tentados por la idea de ir a voluntarear al África porque allí si vamos a dejar huella sin darnos cuenta que todos los días somos voluntarios a través de nuestras acciones, de los productos que escogemos, de los sistemas de transporte que usamos, de la basura que evitamos generar, del segundo o tercer uso que le damos a las cosas.

Ni la economía nacional ni nuestra felicidad se van a ver amenazadas si consumimos menos. Me atrevo a decir que quien minimiza su consumo se da cuenta que no necesita trabajar tanto y puede invertir su tiempo en las actividades que disfruta o en sus proyectos personales que en la mayoría de los casos no van a hacernos millonarios económicamente hablando pero si van a hacernos seres humanos más humanos, más completos, más satisfechos.

Hasta aquí les comparto porque me esperan una bicicleta rescatada que necesita arreglo y un pedazo de tierra que aguarda paciente por los vegetales que empecé a cultivar.

Y me despido con una frase de los dibujos animados Pinkie y Cerebro: “¿Qué haremos hoy? Tratar de conquistar al mundo” (ja, ja, ja, carcajadas malévolas).


Adelant
e,
Calu






Monday 26 April 2010

La profecía*

Rapunzel regresó desconcertada de la sesión con la síquica. Su futuro se veía poco prometedor; a sus 25 años quedaría atrapada en la azotea de un bloque de apartamentos hasta que llegase un hombre recién graduado a salvarla. "No puede ser! Tengo tantos planes… esa mujer es una embustera" pensó Rapunzel. Sin embargo evitó entrar a edificios hasta que un buen día Sofía, su mejor amiga, la invitó a su fiesta de cumpleaños. Todos los del semestre iban a estar allí, incluyendo Miguel, un muchacho por el que Rapunzel sentía pinchazos en el estómago. De la emoción olvidó la profecía y fué la primera en llegar. Necesitó de un par de tragos para sacar el valor de acercársele y sugerirle que fueran a la azotea para ver las estrellas.

Cuando Rapunzel despertó se encontraba sola, sin celular y sin llaves. Es ese momento recordó la predicción y decidió esperar a que llegara el profesional que habría de rescatarla. Nunca pasó hambre porque su hada madrina (que aparece hasta este momento sólo para solucionar lo de la alimentación) se encargaba de dejarle una canasta con comida para la semana. Su cabello empezó a crecer rapidísimo y al cabo de un mes ya llegaba a los 50 metros. Esto la ilusionó muchísimo porque su hombre podría valerse de su cabellera para subir a rescatarla pero sin internet y sin celular, a Rapunzel empezó a colmársele la paciencia. Cuantos mensajes acumulados en su buzón de correo! Cuantas actualizaciones de perfil de las que se estaba perdiendo! Cuantos eventos a los que no podía confirmar su asistencia!

A la mañana siguiente, cuando vió que a su hada madrina se le había olvidado incluir el tofu, se le colmó la copa. Amarró el extremo de su cabello a una baranda y con el resto se hizo un arnés como el que había aprendido en un curso de escalada cuando era adolescente. Descendió por la pared del edificio para sorpresa de turistas y habitantes del sector que no dejaban de tomarle fotos. Una vez abajo, se despidió de su cabello cortándoselo como siempre lo había querido, mochito.

Los que presenciaron la escena, vieron como Rapunzel tomó un taxi y se perdió en el horizonte. Meses después llegó el rumor de que había abierto un centro de capacitación para mujeres que se cansan de llevar el cabello largo. De las azoteas de muchos edificios empezaron a bajar miles de mujeres que se inscribieron en su primer seminario.

Ya te llegó la invitación?

* Inspirada en Rapunzel, una fábula alemana parte de una colección
publicada por primera vez en 1812 por los Hermanos Grimm.

Saturday 10 April 2010

Nada salió como lo habíamos planeado...



Acabamos de regresar de Bélgica que más bien parecía uno de los mundos de Tolkien por la cantidad de momentos mágicos que pudimos experimentar. Por primera vez dejamos atrás nuestras bicicletas, nuestra independencia, nuestro sentido de seguridad, nuestros planes y partimos con el deseo de crear lazos.

En el camino conocimos a un hada confrontada por Saturno, un hombre cálido con poder en sus manos, unos peregrinos que encontraban libertad en el cielo, un hombre callado que podía escuchar sonidos en el silencio, una madre que disfrutaba de su presente, un muchacho que celebraba la vida a través de rituales de muerte, una mujer mayor que nos permitió ser el reflejo de su yo más joven y recordó su fortaleza interior, una mujer hermosa que bailaba como un cisne, un hombre de mente abierta que se encontraba en paz con su energía femenina, un ser buscando un orgasmo que apagara las luces de la ciudad, un hombre tierno que estaba más cerca a si mismo de lo que parecía, un peregrino que trabajaba con la muerte sin temor, una mujer bellísima con un alma abierta, un gato que recibía amor sin apegarse, una mujer extraordinaria que abrió para nosotras las puertas de su corazón, un hombre sincero que no temía compartir su camino con dos desconocidas, una mujer increíble con la que nos conectamos meditando, una pareja que nos compartió fotos a lo Adán y Eva sin ruborizarse, una familia que nos trató como un integrante más recordándonos que la generosidad no tiene límites, una mujer que nos ofreció un aventón y galletas, un entrenador de Uzbekistán que no hablaba inglés ni español pero que nos dejó en la puerta de la estación. Gente que nos sorprendió porque entendieron lo que buscábamos; gente que nos permitió participar en sus vidas y de la cual nos despedimos como amigos de toda la vida. Por primera vez sentí que a veces los abrazos y las palabras se quedan cortos para expresar el agradecimiento.



A todos les hice la misma pregunta: Qué harían si les quedaran 24 horas de vida?. Con sus respuestas me dí cuenta que la vida es una celebración del presente que usualmente está lleno de cosas sencillas, las cosas que muchos queremos hacer si nos quedaran 24 horas. Yo no quiero tener nada pendiente; que no me falten palabras por decir, gente por llamar, amores por vivir, cartas por escribir. Desde que llegué he tratado de ponerme al día y los invito a preguntarse lo mismo porque de alguna manera todos tenemos 24 horas o una semana o un par de horas. La felicidad no está a la vuelta de la esquina esperando a que cambiemos de trabajo, obtengamos un aumento, cambiemos de carrera, encontremos nuestra otra mitad o le digamos adiós a nuestra media naranja que terminó siendo nuestro medio limón. Yo creo que la felicidad está a nuestro lado riéndose y que hay que afinar el oído para escuchar sus carcajadas.



“Nada salió como lo habíamos planeado porque nunca planeamos nada, por eso todo salió perfecto” fue nuestra conclusión. Seguimos los planes del universo y para esto sólo tuvimos que prestar atención a sus señales. Íbamos preparadas para acampar y echar dedo pero la vida tenía planes diferentes y los aceptamos sin resistencia. A la final terminamos conectadas con seres maravillosos bajo circunstancias sorprendentemente sincronizadas.



Nuestra intención era visitar a una pareja de peregrinos que habíamos conocido el año pasado en el Camino a Santiago de Compostela y a una activista ambiental con la que habíamos mantenido contacto esporádico por internet. Con el pasar de los días más puertas se abrieron y de la nada –como por arte de magia- recibimos un aventón a Amberes, un paseo a Brujas, una invitación a un templo Hindú, la oportunidad de rescatar comida, muchos lugares donde quedarnos, una razón para bailar, chocolates para traer a casa, helado gratis, música para el alma, etc.



Una aventura más ha terminado. Regresamos a casa sin muchas fotos de iglesias, edificios o piezas de arte pero trajimos algo más valioso: vínculos indestructibles y la confirmación de que las fronteras y las distancias son una ilusión.

Adelante

Calu


Probando un vegetal extremadamente amargo originario de Bélgica.